¿Sientes que tu piel ya no se ve como antes? Puede que hayas probado con todo tipo de tratamientos faciales, bebas mayor cantidad de agua o te alimentes mejor, pero nada funciona. Si te sientes identificado puede que la causa sea el estrés. Algunas personas muestran los signos del estrés en la piel en forma de imperfecciones, descamación, eccemas… otras sencillamente pierden luminosidad y su complexión se torna grisácea y apagada. ¡Y por si eso fuera poco, el estrés también puede derivar en la apariencia de nuevas arrugas!
¿Por qué el estrés afecta a la piel?
Existen muchas razones por las que la piel reacciona al estrés pero una de las principales culpables de ello es el cortisol, la hormona del estrés. En momentos de tensión y mucho estrés tu organismo siente que es atacado y responde produciendo cortisol. A corto plazo no hay nada por lo que preocuparse, pero a largo plazo puede producirse un aumento considerable de las glándulas sebáceas de la piel y derivar en un exceso de grasa permanente, una obstrucción de los poros y la aparición de imperfecciones.
No sólo el estrés durante largos periodos de tiempo provoca un aumento de la grasa de la piel sino que la capacidad de la propia piel para repararse por sí misma disminuye. Así se produce una pérdida de colágeno y elastina que da lugar a la aparición de arrugas y finas líneas. Además, está comprobado que el estrés que experimentamos previo a un examen o durante una entrevista de trabajo afecta a la barrera protectora de la piel, volviéndola más vulnerable a las agresiones del medio ambiente.
¿Qué podemos hacer?
Por suerte, existen diferentes cosas que podemos hacer para reducir y revertir los efectos negativos del estrés en la piel. En primer lugar, intenta localizar el origen del estrés al que estás sometido. Puede deberse a un exceso de trabajo, a un problema familiar… ¡incluso en ocasiones no sabemos por qué nos sentimos estresados!
En ocasiones el estrés es un componente inevitable de nuestra forma de vida pero sin duda podemos llevar a cabo diversas prácticas para reducir su nivel. Por ejemplo, puedes practicar yoga o meditación para calmar la ansiedad y oxigenar las células de tu organismo.
Otra manera de reducir los niveles de estrés es dedicar algo de tiempo para nosotros mismos en medio de la vorágine de nuestra apretada agenda. Puede que sean sólo quince minutos, pero puedes sacar lo mejor de ellos. Prueba a hacerte un tratamiento de spa corporal. Enciende unas velas, aplícate una mascarilla y date un baño relajante y comprobarás los resultados.