La historia del almizcle no es tan relajante como su olor. Sabía que, en el pasado, el aroma natural del perfume de almizcle procedía de las glándulas sexuales de los ciervos almizcleros machos (sí, ha leído bien). El origen no tan suave de esta popular nota de fragancia es lo que le confiere esta seductora cualidad de aroma animal casi primitivo. Por suerte, hoy en día los perfumistas crean notas sintéticas de almizcle en el laboratorio, para que puedas disfrutar de tus fragancias favoritas sin sentirte culpable. En el Eau de Parfum Whispers of Me, una alquimia de almizcles sostenibles de última generación aporta a la fragancia un poder adictivo crudo y transformador. La perfumista jefe Dora Baghriche (la nariz detrás de muchos perfumes de nicho que hoy tienen seguidores obsesivos) trabajó con Sorbettolide® y Helvetolide® reciclados para aportar facetas de bayas esponjosas, cremosas e incluso frescas a Whispers Me Eau de Parfum.

Entonces, ¿qué aporta el almizcle a una fragancia, además de evocar un cierto je ne sais quoi que hace que huela tan bien y que siempre te haga coger el frasco para rociarlo un poco más? El poder del almizcle reside en su capacidad para desdibujar los límites entre lo que es la fragancia y lo que eres tú. Como un potenciador natural de la piel, es la razón por la que el almizcle huele diferente en cada persona. Nos gusta llamarlo el efecto de la segunda piel, ya que el aroma del almizcle se entremezcla con la calidez de la piel para crear una profundidad y una textura sensuales en el perfume. Y como nota de fondo, el almizcle perdura en la piel con una cercanía seductora, mucho después de que las demás notas hayan desaparecido.