Los primeros signos de estrés suelen ser ansiedad, preocupación, tensión y pérdida de concentración. A medida que el estrés hace mella, experimentamos una merma de nuestras capacidades mentales, a menudo acompañada de síntomas físicos como dolores de cabeza, problemas digestivos, tensión muscular, insomnio, aumento de peso, dolor crónico y, por supuesto, fatiga. Reconocer estos signos a tiempo puede ayudarnos a tomar medidas proactivas para controlar el estrés y proteger nuestro bienestar general.

Hay varias formas de afrontar el estrés, y la clave está en distanciarse de la causa que lo origina y ofrecer a su cuerpo y mente un tiempo de descanso. Si el estrés proviene de una gran responsabilidad, divídela en pequeños pasos accionables y céntrate en un paso cada vez. Es fácil decir "relájate" cuando la adrenalina se dispara, pero existen estrategias para iniciar el camino hacia el equilibrio mental.

Uno de los enfoques holísticos de la gestión del estrés es la meditación. Puedes practicar la meditación desde la comodidad de tu casa o mientras paseas, vas en autobús o esperas a que te hagan las uñas. ¿Cómo empezar? Hay varias técnicas por descubrir: el uso de mantras, la meditación guiada o la práctica de la atención plena. La clave está en concentrarse en una cosa o en nada y dejar que la mente entre en una relajación profunda. Dirigir la atención a algo hace que la mente deje de acelerarse, lo que proporciona un merecido descanso al cerebro. La meditación te hace sentir con los pies en la tierra y te proporciona una mayor paz interior para observar las situaciones de tu vida desde una perspectiva diferente.

Desde los cócteles para dormir hasta el té de melisa y las plantas adaptógenas, los productos botánicos están aquí para ayudarnos a combatir el estrés. La manzanilla es una de las hierbas más extendidas para aliviar la ansiedad y prepararte para ir a la cama. Los adaptógenos, como su nombre indica, son plantas ancestrales que ayudan a adaptar el cuerpo al estrés aportándonos lo que más necesitamos: energía o relajación. Planta poderosa tanto para la resistencia como para la calma, la ashwagandha puede calmar la mente, reforzar el sistema inmunitario y aliviar el estrés. Añádela a su té o bébela sola con agua caliente o leche (vegetal).

Tómese el sueño en serio, ya que es fundamental para todos los aspectos de nuestra vida. Cree una rutina sólida para irse a la cama y cortar el estrés de raíz. Siga una rutina diaria: no coma más de dos horas antes de acostarse, atenúe las luces y ventile el dormitorio antes de meterse en la cama. Esto significa no utilizar el teléfono ni el ordenador en la cama, ya que la luz azul derecha es perjudicial. Si es necesario, lee algo ligero mientras te tomas un té adaptogénico para que tu cerebro se duerma.

No hay una medida única del estrés que una persona puede tolerar. Por eso es fundamental escuchar al cuerpo y reconocer cuándo es el momento de dar un paso atrás. Establecer límites es esencial para gestionar el estrés, ya sea diciendo no al trabajo extra o limitando los compromisos sociales. Cuídate reservándote algo de "tiempo para ti" para dar prioridad a prácticas de bienestar que te ayuden a relajarte y recargarte, como un baño relajante, un paseo por la naturaleza o simplemente disfrutar de un momento tranquilo con un buen libro.